La importancia de la esposa en el matrimonio

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Hace 20 años Dios me regaló la bendición de casarme con el hombre de mi vida. Tuvimos la bendición de recibir una serie de clases que nos prepararon para el inicio de nuestro matrimonio; personalmente me sentía tan inspirada y agradecida de poder contar con una “guía” para una etapa que jamás había vivido. En la segunda clase nos hablaron de los roles que cada uno tendría…

dentro de nuestro matrimonio: Aarón, el líder y yo la ayuda idónea, como lo declara la siguiente escritura:

Génesis 2:18  Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea. (LBLA).

En ese momento no tenía idea del poder tan grande, privilegio y responsabilidad que encerraba la frase “AYUDA IDONEA”; de inicio me imaginé siendo como una “chalana” para mi esposo, que en realidad significa “ayudante de albañil”, o como una especie de “asistente” o “secretaria”, pero nada más lejos de la realidad.

Cuando Dios dijo: “Le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18), la palabra “idónea” (en la NVI, “adecuada”) significa literalmente: “que corresponda a él”. Ella es la parte homóloga del hombre. Es como él, pero, a la vez, distinta a él.

La idea es la de una “diferencia compatible”.[1]

La palabra homóloga significa “semejante a…” o “similar a…”, no iguales pero semejantes.

Si bien es cierto que las mujeres y los hombres tenemos claras diferencias biológicas, emocionales, psicológicas, etc., Dios en su diseño, nos ha provisto a cada uno con la capacidad de “embonar” dentro del matrimonio para un fin común.

Personalmente, en 20 años de matrimonio, ha habido algunos momentos en los que he escuchado  más la voz del acusador en mi mente y creí que estas diferencias me ponían en desventaja como mujer, pues vengo de una familia donde predominan las mujeres y aunque también crecí al lado de un padre, él fue hijo de una mujer que decidió ser madre soltera de 4 hijos, y que siempre admiró por “no depender de nadie”, así que mi crianza fue muy orientada a ser una mujer autosuficiente y a creer que aún dentro de un matrimonio, yo sería quien “llevara los pantalones” porque aceptar algo “menos” que eso sería como denigrarme.

Sin embargo, consideremos la siguiente escritura:

Salmo 46:1 Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.

La misma palabra hebrea que se traduce como “ayuda” en Génesis 2:18, se  aplica a Dios en la escritura anterior.

Esto me ha ayudado a entender aún más la perspectiva que Dios tiene para las mujeres dentro de un matrimonio. Fuimos creadas a su imagen y por eso el nivel de ayuda que podemos dar a nuestros esposos viene directo del corazón de Dios.

Debemos considerar nuestras virtudes como lo que son y cuando una mujer está convencida de esto, su imagen propia se hará prácticamente indestructible, sin importar que otros no le den el debido crédito por esto, incluyendo a nuestro esposo.

No somos la mitad de nuestros esposos, somos “mujeres completas”, las cuales Dios ha creado para complementar las diferencias de ellos y viceversa.

Así que, nuestro nivel de importancia en el matrimonio y dentro del rol que Dios nos ha dado, es muy grande, disfrutemos de ese llamado a través de nuestra relación con el Creador, pues Él no se equivoca.

EN LA PRACTICA:

  • Considera como se encuentra hoy tu visión sobre ser la “ayuda idónea”
  • Te animo a orar para que Dios te ayude a ser esa ayuda para tu esposo y disfrutar siéndolo (esa es mi oración también)

[1] Edwards, B., & Edwards, B. (2011). No son ya más dos: Guía cristiana para el noviazgo y el matrimonio. (A. J. Cristóbal, Trad.) (pp. 35–36). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.