No escondamos nuestra edad

No escondamos nuestra edad

Cada año que pasa trae sus emociones, sus retos, sus misterios, sus bendiciones y también algunas canas y arrugas… esas ultimas no me gustan tanto sobre todo últimamente que les ha dado por salir en mayor cantidad. Eso me ha hecho pensar en muchas cosas y a través de este blog quiero compartirles algunas de ellas.

Primero, cada vez estoy más consciente de todo lo que el mundo anuncia para verte más joven: comerciales anunciando tintes, cremas anti-envejecimiento, ejercicios para fortalecer los músculos y evitar la flacidez, para bajar de peso, etc., pero como en casi todas las cosas no te anuncian algo para poder enfrentar la edad con mayor fuerza y dignidad.

Nos han vendido también la idea que cuando se trata de envejecer necesitas alguna de estas tres cosas: retardarlo, disimularlo o despreciarlo. Pero nuestro Padre, a través de la Biblia nos enseña lo que debemos hacer conforme pasa el tiempo.

Tito 2: 3-5 Pablo le está diciendo a las mujeres mayores que han de “enseñar lo que es bueno, y así entrenar a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.”

Desde que leí este pasaje y aun más con algunas clases que nos han compartido en los últimos meses, he podido entender que Dios espera que quienes tienen mayor edad puedan enseñar a otras, pero lo primero que debo hacer es reconocer que soy una mujer mayor, sí en cuanto al tiempo de conocer a Dios pero también en edad, significa abrazar mi edad con todo y canas y arrugas, sentirme deseosa de cuidar mi salud pero no de obsesionarme con el elixir de la eterna juventud. De ser intencional en buscar ser una mujer más parecida a Cristo en cada área, porque las canas en la mayoría de los casos son evidencia de una larga vida, pero el mero pasar del tiempo no produce sabiduría, para ser sabia necesito tener la intención de serlo, de aprender de la sabiduría de Dios y no solo ver pasar el tiempo.

En el Salmo 90:12, el salmista oró: ““Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”

Él nos anima a estar consientes de que nos quedan cada vez menos días y que entonces debemos aprovecharlos cada vez mejor, no es fácil pensar con sinceridad en nuestros límites, puede ser hasta doloroso, pero es necesario, envejecer me hace depender más de Dios, me hace dejar la auto- suficiencia que da la juventud y la fuerza. Así que regreso a Tito 2:3 y busco enfocarme en que yo pueda ser de conducta reverente, no calumniadora, de conversación piadosa, no chismosa, y muchas otras cualidades que vengan de llenarme de la palabra de Dios. De llevarme a abrazar la madurez en lugar de retardarla o disimularla.

Pero, además la palabra de Dios me ayuda a entender que envejecer es un regalo, porque me da esperanza y un propósito para los años por venir, sea cual sea la cantidad de años que me queden, en el Salmo 92:12-15 dice:

El justo florecerá como la palma, crecerá como cedro en el Líbano.

Plantados en la casa del SEÑOR, florecerán en los atrios de nuestro Dios.

Aun en la vejez darán fruto; estarán vigorosos y muy verdes,

para anunciar cuán recto es el SEÑOR, mi roca, y que no hay injusticia en El.

Aun en la vejez darán fruto…  Eso quiero hacer, quiero ser alguien que sigue dando fruto en su vida y en la vida de los demás aún cuando ya no pueda correr o saltar la cuerda, quiero ayudar a mis hermanas a enamorarse de mi Padre Celestial, no importando cuantos años tengan o  cuanto tiempo tengan de conocerlo, quiero seguir aprendiendo de mis hermanas mayores y menores, quiero seguir creciendo en mi rol como esposa y madre y tal vez algún día como abuela, pero para lograr todo eso debo ser intencional, debo abrazar la palabra de Dios y guardarla en mi corazón para que traspase a todas las áreas de mi vida y así poder cada día estar lista por si mis días se terminan.

Y tú, ¿esconderás tu edad o la abrazarás y darás fruto?

Con amor en Cristo,

Claudia Juárez de Vázquez